Trump lanza acusaciones infundadas de fraude y anuncia una batalla legal
El candidato demócrata Joe Biden ha derrotado al presidente republicano Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos luego de un escrutinio agónico de casi 72 horas. Una gran participación, con especial peso de las mujeres, los jóvenes y el voto en las grandes ciudades, ha decidido expulsar de la Casa Blanca a Trump, un magnate neoyorquino que llevó el populismo más agresivo, rayando en lo xenófobo, al centro del poder que tras la victoria de Biden, parece decidido a llevar a los tribunales el resultado agitando acusaciones infundadas de fraude.
La última actualización del conteo en Pensilvania este sábado por la mañana (hora de Washington) certificó a Biden ganador de ese territorio clave y, con esa victoria, vencedor de los comicios, pues sobrepasa los 270 votos necesarios para ganar la elección. Trump se convierte así en el primer presidente de los últimos 25 años que pierde una reelección.
Para algunos analistas la elección de Biden como 46 presidente de Estados Unidos viene de la mano de una ola de rechazo a Trump que comenzó a edificarse con aquella primera Marcha de las Mujeres, el día siguiente de su toma de posesión, en Washington; con las manifestaciones por el clima o con las protestas de los jóvenes contra las armas. En las elecciones legislativas de noviembre de 2018 se cristalizó con la mayor victoria demócrata desde el Watergate, y este verano, con la dura respuesta del mandatario a las movilizaciones contra el racismo, subió de revoluciones. La errática gestión de la pandemia acabó de espolear a los votantes, que este martes han cortado el paso a un segundo mandato del republicano.
Biden, de perfil centrista y 77 años, con poco más de sus 74 millones de sufragios a su favor se convierte en el candidato que reslta ganador con más votos de la historia de Estados Unidos. Estas cifras colosales se deben a una participación masiva de los estadounidenses. Han votado unos 160 millones, lo que supone una tasa de participación récord desde 1900.
El exvicepresidente parecía hace un año una apuesta contraria a los tiempos, ajena a la savia nueva del Partido Demócrata, lejana de los pujantes discursos del ala izquierda de la formación y sin el ímpetu suficiente para hacer frente a un tigre político como Trump. Su figura, sin embargo, es la que más consensos generó entre las diferentes sensibilidades; su estabilidad, su moderación y sus irresistibles dosis de empatía lo convirtieron en ese nombre en torno al que cerrar filas. En unas primarias con más de 20 aspirantes, se erigió en ganador.
¿Quién es Joe Biden?
Descendiente de una familia irlandesa trabajadora, hijo de un vendedor de coches Chevrolet de Delaware, un pequeño Estado a una hora y media de la ciudad de Washington, Biden nació en 1942 en Scranton, una ciudad minera de Pensilvania, pero su padre perdió el trabajo y, cuando apenas tenía 10 años, se mudaron a Delaware. Allí estudió Derecho y también allí comenzó una carrera política prometedora y precoz. Fue elegido senador por primera vez en 1972, a los 29 años, y lanzó su primera carrera por la Casa Blanca en 1987 con un desenlace para olvidar: se retiró de las primarias entre acusaciones de plagio. En las de 2008, frente a Barack Obama y Hillary Clinton, también se apeó pronto, sin opciones, pero el joven Obama le escogió como número dos y fue vicepresidente ocho años.
Su vida está marcada tanto por la ambición como por la tragedia. Al cumplir los 30, recién elegido senador, perdió a su primera esposa y su hija de un año en un accidente de tráfico. En 2015 murió por cáncer otro de sus hijos, Beau, una estrella ascendente del Partido Demócrata, que siempre le animó a seguir.
Ahora, Joe Biden ha culminado la promesa que le hizo a Beau y el sueño que empezó a acariciar hace medio siglo. Cuando jure el cargo tendrá 78 años y será el presidente con más edad en llegar al Despacho Oval. Durante la campaña, para aplacar recelos sobre su edad, su entorno indicó que no se presentaría a la reelección, lo cual dirige el foco de atención hacia su compañera electoral, la futura vicepresidenta, Kamala Harris.
Harris, senadora de California, de 56 años, será la primera mujer en ocupar ese puesto y, por tanto, una más que potencial aspirante a relevar a Biden en 2024. El ascenso del número dos de Obama al despacho más poderoso del mundo no ha dejado resuelto el relevo generacional del partido, asignatura pendiente para la siguiente elección. Harris, una exfiscal negra, de padre jamaicano y madre india, ya fue una de las aspirantes de las primarias demócratas de este año.
Los retos que vienen.
Pero faltan cuatro años muy complicados. El futuro presidente afronta el reto de sacar al país de una grave crisis económica y sanitaria que nadie veía venir hace tan solo un año, y deberá hacerlo en medio de una grave fractura política y social. Los estadounidenses están más divididos que hace cuatro años en asuntos como la raza, el género o las armas y la campaña se ha desarrollado de forma especialmente bronca.
Y el desgarro con el que se ha desarrollado el propio proceso electoral empeora las cosas. Trump ya ha advertido de que impugnará la derrota, alegando, sobre todo, que no se pueden seguir contando los votos anticipados después del día de las elecciones, algo legal y refrendado por los tribunales. Es el hombre que usa “perdedor” como insulto más recurrente y suele hablar de “ganar” para referirse al progreso y desarrollo de Estados Unidos. El martes electoral, mientras los estadounidenses votaban, se expresó con franqueza ante un grupo de periodistas en la sede del Comité Republicano de Virginia: “Ganar siempre es fácil; perder, no. No para mí”, dijo.
Biden significa el regreso de una figura del establishment, un perfil de consenso para un tiempo de luto. Más de 235.000 personas han perdido la vida por el coronavirus en Estados Unidos y no hay un horizonte claro para el regreso a la normalidad. Trump, un empresario de calado político, lo temió desde el primer momento. Las presiones a la justicia de Ucrania el verano de 2019 para que anunciase investigaciones por corrupción que enfangaran al vicepresidente de Obama, derivaron en un proceso de impeachment. Trump lo superó protegido por los republicanos del Senado. Ahora, los estadounidenses le han enseñado la puerta de salida.
*Con notas de Amanda Mars, El País, Washington.