Celio Celli G.
(I)
Con los días finales del mes de Marzo concluye el primer trimestre del año 2021, hemos consumido la cuarta parte ( 25% ) de los 365 días. Y Venezuela continúa hundiéndose en una crisis sin parangón en nuestra historia. Las condiciones y calidad de vida de los habitantes tiene características de una crisis humanitaria severa.
De hecho, con dos sucesos acaecidos en días pasados, uno el enfrentamiento entre bandas fuertemente armadas en la zona conocida como “la cota 905” de Caracas, con decenas de muertos y heridos sin que hubiese presencia de los órganos del Estado encargados de mantener el orden y la paz; y dos, los intensos enfrentamientos de militares venezolanos con grupos irregulares en el Estado Apure, en la frontera con Colombia, donde perdieron la vida soldados y oficiales de nuestras fuerzas armadas, se confirma aún más la sentencia de que estamos en presencia de un Estado Fallido. Y recordemos la definición básica de un Estado Fallido: “ Un Estado fallido es aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento o los servicios básicos a la población. … Los Estados fallidos se caracterizan por su incapacidad para controlar el territorio, su falta de autoridad o su pérdida de presencia ante la comunidad internacional”.
También, para precisar más en la definición veamos los parámetros establecidos por el centro de estudios Fund for Peace: “Pérdida de control físico del territorio, o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza. Erosión de la autoridad legítima en la toma de decisiones. Incapacidad para suministrar servicios básicos. Incapacidad para interactuar con otros Estados, como miembro pleno de la comunidad internacional”.
(II)
Desafortunadamente Nicolas Maduro no acepta esa realidad. Vive en “un realismo mágico”. Por ello desaprovecha la oportunidad que se le brinda de facilitar una salida pacífica a esta desafortunada e indeseada realidad. Pareciera preferir una guerra civil interna. Por su parte, la oposición democrática, que representa cerca del 80% de la población, plantea una salida pacífica y electoral. Plantea elecciones libres, democráticas y verificables para Presidente y Asamblea Nacional. Con este planteamiento, el de la salida electoral, coinciden más de 50 países de la comunidad internacional, quienes se han ofrecido como mediadores y facilitadores de esta salida.
Estamos frente a un gobierno que tiene una débil legalidad y sin ninguna legitimidad interna por ser producto de elecciones con muy escasa participación. Igual característica tiene la elección para Asamblea Nacional. En lo internacional se desconoce a Maduro y a la Asamblea Nacional. Por ello se plantea la realización de elecciones que cumplan con los estándares mínimos democráticos aceptados para Presidente y Asamblea Nacional.
(III)
Mientras se profundiza el sufrimiento de los venezolanos, el régimen ofrece elecciones para gobernadores y alcaldes en diciembre de este año. Algunas individualidades que pudieran considerarse como integrantes de la oposición democrática parecen ganados a participar. Por nuestra parte insistimos que debe haber condiciones claras y garantías precisas antes de confirmar la participación en alguna elección. Y repetimos deben ser presidenciales y parlamentarias.
Ya lo expresamos anteriormente, no se trata solamente de lograr las condiciones o garantías electorales indispensables. No, logradas ellas se debe explicar muy bien al gran electorado, a la mujer y el hombre de a pie, de qué ciertamente su voto valdrá, que su decisión electoral será escrutada y totalizada limpiamente. La elevada abstención presente en las recientes elecciones no responde al llamado de las cúpulas partidistas, ni de individuales o sectores específicos, se debe a un enraizado convencimiento de que el sistema electoral establecido por el chavismo es tramposo integralmente. Diseñado para torcer la voluntad mayoritaria de los electores, y que se ha ido perfeccionando en cada proceso.
El gran reto será rescatar la fe de las mayorías en la institución del voto. Por ello no bastará lograr las condiciones mínimas indispensables, no, habrá que generar una enorme y acertada narrativa que inspire confianza a los electores. Eso no lo lograrán solamente los partidos, debemos participar todos los integrantes del tejido social democrático del país. Obviamente, los partidos serán indispensables en el diseño y desarrollo de la narrativa. En Pie de Lucha!!,